jueves, 18 de julio de 2013

Madeleine, la cámara que captura olores

En cuanto oímos la palabra cámara, lo primero que nos suele venir a la cabeza es un aparato diseñado específicamente para grabar imágenes estáticas o incluso en movimiento. No obstante, la cámara apodada Madeleine, de Amy Radcliffe, es un tanto especial ya que captura olores. Sí, olores. Hoy más que nunca, guardamos nuestros recuerdos utilizando contenido audiovisual. Sin embargo, esa experiencia no es completa ya que no permite revivir completamente el momento, no activa todos nuestros sentidos sensoriales.



La fotografía es una herramienta totalmente válida almacenar recuerdos, aunque a veces sondemasiado estáticos. Asimismo, cada vez sacamos más y más fotos, y así puede que se reduzca el valor de cada una debido a la gran saturación. De hecho, cada mes se suben cientos de millones de fotos a Facebook, por no hablar de todas las horas de vídeo que se suben a YouTube cada minuto.
Radcliffe está desarrollando la cámara en una escuela de arte londinense. Allí, utiliza técnicas desarrolladas en los años 70 por el químico Roman Kaiser, cuyo objetivo era capturar olores para la industria de la fragancia. No resulta para nada descabellado ya que el olfato está directamente conectado con nuestra memoria emocional. ¿A quién no le gustaría guardar el olor de la primera mascota? ¿O simplemente aquel día de tormenta de verano cuando todavía éramos unos niños?

A primera vista, vemos que Madeleine está construida a base de cables conectados a una pequeña caja de cerámica. El objeto cuyo olor queremos capturar se pone en una nariz eléctrica, a partir de ahí se absorben las partículas que desprende para posteriormente procesarlas. Así se crea una formula que permitirá recrear precisamente ese mismo olor. Eso sí, dependiendo del olor que queramos capturar se tardará más o menos tiempo, dependiendo de su fortaleza. Podremos tardar desde dos minutos a incluso un día entero. Cuando lo hayamos grabado, tan solo deberemos enviar la trampa de resina donde reside el olor a un laboratorio para procesarla.
En definitiva, ahora mismo esta técnica es demasiado compleja y nada cómoda. Además, el paso de tener que enviar al laboratorio recuerda a aquellos tiempos cuando teníamos que llevar a revelar nuestros carretes procedentes de las cámaras analógicas. No obstante, se trata de una idea brillante que, si posteriormente se moderniza, se trataría de un éxito rotundo. ¿A quién no le gustaría capturar un olor junto a una foto? Estoy convencido de que más de uno levantaría la mano.

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